Moros, cristianos y el romano 'chiribello' | Ideal

2022-08-20 09:45:22 By : Mr. Allen chen

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El Ayuntamiento de Íllora pide tranquilidad en la concentración de este sábado en recuerdo de Juan

Una familia pasea por el parque de la Alameda, en Chirivel. / ALFREDO AGUILAR

Al llegar a Cúllar lo primero que hay que hacer es no dejarse llevar por la costumbre y hablar de 'Cúllar de Baza', o mal empezamos. Los hay que no llevan este asunto a sangre y fuego, teniendo en cuenta que por ese nombre ha respondido durante siglos por privilegio real, pero los hay que te miran mal si pones un apellido que por ley desaparece oficialmente, y de manera definitiva, en 1986.

Y no es que se les tenga 'manía' a los de Baza, con los que dicen llevarse bien y quererse mucho, desde luego mejor que con Benamaurel por la rivalidad con las fiestas de moros y cristianos, es cuestión de vanidad histórica. Tal vez lo de 'definitiva' sea una expresión algo exagerada porque hay lugareños que hartos de 'pelearse' con Correos por envíos que acaban en Cúllar Vega y los de aquel pueblo en éste, han decidido mantener lo de Cúllar 'de Baza' en su mensajería y que sea lo que Dios quiera, y sea porque Dios quiera o por otra razón, paquetes y cartas siempre llegan bien cuando lo hacen de esta manera, es decir con 'apellido'. ¡Lo que tiene la fuerza de la costumbre!

Si desde el coche vemos con frecuencia que las alcaparras chorrean por taludes y laderas de la carretera, ya sabemos que en los meses duros del verano el calor no lo pondrá fácil en ese lugar. A medida que nos acercamos a Cúllar por la corona del Geoparque granadino, la tierra se pinta de ocres desérticos, está desnuda de arboledas y apenas manchada por la vegetación silvestre, pero será en esto y en esa singular interpretación de la naturaleza más rocosa y caprichosa, en la que se podrán apreciar y disfrutar la belleza de relieves y contrastes irrepetibles. Quizás el mayor, por inesperado, es que a la entrada del pueblo el paisaje se dulcifica a lo largo del río que riega frutales, alamedas y tarales. Es el contraste lo que domina las sensaciones que el viajero percibe en Cúllar, que acaba por entregarse al agua del manantial subterráneo de la fuente árabe más popular, la Kaikuta, a los parajes de esparto y tomillo sobre tierras cuarteadas en sierras como El Periate o la Hinojodra, o a uno de los humedales de la red andaluza, el Saladar de El Margen, de interés ecológico.

El pueblo se estira a lo largo de la vieja carretera en la que se abre buena parte del comercio local, entre ellos varios mesones y restaurantes, como el Casa Dolos, en el que trabaja Paco, oriundo de Lloret de Mar, que cuando los demás emigraban a su tierra él conoció un buen día a una cullarense y hasta hoy en tierras andaluzas. «Aquello es otra cosa; aquí se vive en la gloria y es un pueblo muy divertido que está de fiesta cada pocos días por la razón que sea, así que no nos aburrimos». Tres mujeres jóvenes asienten con la cabeza las palabras del camarero y admiten que la fiesta no falta en Cúllar, pero también la lenta despoblación que los está dejando sin vida.

Blanca recuerda que el pueblo llegó a tener 11.000 habitantes en los años cincuenta y ahora son poco más de 4.000. La muchacha prepara oposiciones para irse. Las hay como Maite, de 31 años, que frente al lamento deja en evidencia los errores de una mala gestión turística. «Hablamos del Geoporque, que es una alternativa muy potente para atraer visitantes a la zona, pero resulta que después no tenemos ni un hotel de mala muerte; dónde vamos a llevar a los turistas a dormir o ¿solo queremos visitantes de paso y con bocadillo?». María trata de 'controlar' a su revoltoso bebéen brazos y no lo consigue hasta que le da de mamar. «Nuestro problema es el conformismo, que estamos estancados. A mi me gustaría que mi hijo no tuviera que irse cuando crezca, pero eso quien me lo asegura. En el mejor de los casos, si tienen suerte, encuentran trabajo en la empresa de mármol Cosentino. en Almería».

Desde la prehistoria ha sido un enclave privilegiado y cruce de caminos para culturas muy diferentes. Una prueba es el asentamiento del III milenio a. de C. en Los Millares, en el que apareció el conocido como 'Ídolo de Malagón', talla de marfil con rasgos femeninos pero con genitales...

Blanca, Maite y María, en Cúllar. / A. A.

«Esta es una zona con mucho potencial para el senderismo, el turismo rural y la historia que ofrece además una excelente gastronomía. Nos gusta el pueblo y hasta tenemos un inmenso oasis en el complejo Quitasueños». Alicia López anima a conocer las instalaciones de las que todo el mundo habla en la localidad, y lo hacemos. Ciertamente casi quita el sueño porque se trata de una colosal piscina pública que se va desplegando en capas circulares como los anillos de Saturno y es ahí donde los vecinos ahogan el calor.

Desde la carretera el pueblo nace en multitud de calles y plazas que se aprietan. En la de San Pío XII, conocida también como plaza Mayor, se alza desde unas escalinatas la iglesia de la Anunciación, del siglo XVI, el Ayuntamiento –ahora en restauración– o el palacio de los marqueses de Cadimo, del siglo XVII, que necesita un arreglo urgente.

En la misma puerta del templo María del Carmen García habla de su pueblo como un lugar acogedor, de puertas abiertas, tranquilo y solidario donde los vecinos siempre están ahí si los necesitas. La voz se le quiebra cuando recuerda a los que ya no están, «a los muchos que se ha llevado la pandemia por delante y se les echa de menos; aquí la covid ha sido muy cruel».

En la misma plaza Mayor está el bar de Paco, que tiene más de cincuenta años en manos de la familia. «Nuestro problema es que nos vamos muriendo poco a poco porque la gente se va y no vuelve. ¿Dónde están nuestros jóvenes, pero no los de Cúllar, dónde están los jóvenes de tantos pueblos en provincias como Almería o Granada?». Puede que gracias a jóvenes que han decidido apostar por su pueblo y los inmigrantes, haya brotes verdes y razones para la esperanza en Cúllar: hace cuatro años iban a cerrar una escuela porque había cinco niños y ahora hay una veintena y se esperan más.

Paco, en Chirivel. / A. AGUILAR

A un paso está la plaza de Gregorio Salvador, hijo ilustre del pueblo y miembro de la Real Academia de la Lengua, que murió en noviembre de 2020 y es seguramente uno de los intelectuales menos conocidos y reconocidos en Granada a pesar de su talla. Desde ahí recalamos en la calle Kika, en la que justo al final destacan los restos de lo que fue el teatro-cine del municipio, todavía con sus ventanucos de venta de entradas para 'butacas' y 'general' que alimenta la nostalgia de los que un día fueron su público. Juan Abel Castillo, concejal de Turismo, asegura que por fin está en propiedad del Ayuntamiento y anuncia el objetivo de rehabilitarlo lo antes posible.

Cuando el cine-teatro abra sus puertas Cúllar recuperará parte de su pulso cultural y de ocio porque las preocupaciones no quitan las ganas de divertirse. Antonia Aparicio, una mujer de mediana edad que se dedica al trabajo en el campo, afirma que Cúllar es un pueblo de gente buena y competente al que se puede ir «para comer, beber y ligar», aunque sea en los botellones que se organizan en cocheras. No entramos en detalles, pero Antonia aclara que si todo falla, además siempre tienen la oportunidad de desplazarse a Lorca o Baza, ciudades relativamente cercanas para una fiesta de fin de semana. ¿Será esta filosofía de Antonia la que ha mejorado los índices de natalidad que mantendrán abierto el colegio?

La vecina Chirivel ha sido también cruce de caminos desde tiempos remotos y asentamiento de diferentes civilizaciones hasta que se configura en la zona el actual municipio en 1859, al independizarse de Vélez Rubio. Es parte de la comarca de Los Vélez y dentro del parque natural de la Sierra de María. Su localización lo mantiene a la misma distancia de Granada y Almería que de Murcia, y su origen se ha confirmado que nace de la agrupación de varias casas de labranza del señorío de Los Vélez.

En lo no hay tanto acuerdo es lo que significa su nombre. Conviven diferentes versiones en las que unos y otros barren para casa. De esta forma los arabistas traducen Chirivel como 'el beso de Alá' y otros expertos relacionan el topónimo con un verbo árabe que significa 'beber o abrevar en la fuente más alta'. Para no ser menos, el obispo de Almería aseguró en un acto al que acudió para confirmar a jóvenes que Chirivel significa 'beso de Dios'. Para dejar a todos contentos o todo lo contrario, la poetisa americana Juana de Ibabourou terció en el asunto al traducir Chirivel como el nombre de un «pájaro exótico, soñado, inexistente...».

Plaza del Agua en Chirivel con versos dedicados al poeta Egea. / A. AGUILAR

Lo que sí parece encontrar más unanimidad es en la belleza de una escultura encontrada en unas excavaciones en El Villar, que data de mediados del siglo II a. de C. Cuentan que podría tratarse del mismísimo Antínoo, joven de gran belleza favorito y amante del emperador romano Adriano, que no sería de extrañar si hablamos de una villa situada en la calzada romana Vía Augusta que unía Cartagena con Cádiz, en la que se encuentran abundantes vestigios romanos. En Chirivel no han perdido la oportunidad y sea Antínoo o cualquier otro portento de la mitología lo han hecho vecino del pueblo y lo llaman popularmente 'El Chiribello'.

El pueblo tampoco ha perdido la oportunidad para mantener vivo el recuerdo de su poeta Julio Alfredo Egea. Su memoria y sus poemas están por calles y plazas para hacer justicia de un hijo ilustre querido y respetado fallecido en noviembre de 2018. En la fuente de una plaza que se llama así, un monolito rematado por una sabina milenaria, recuerda uno de sus poemas. En otro, éste en el paseo, a espaldas de la biblioteca pública, Egea habla de su pueblo:

… /Espera siempre, en el amor confía

aunque a veces la tierra se le muera

perdiendo vocación la sementera;

al corazón no llega la sequía/

Chirivel, que es un pueblo de calles perfectas y ordenadas donde se respira la calma y se apacigua el bochorno, es lugar también con sabor a tradición. Quizás las más populares que han perdurado gracias al empeño de sus vecinos son las 'cuadrillas de ánimas' y 'Las coplas de Aurora'. En las primeras son los hombres los que recorren el pueblo durante las principales fiestas, y la segundas son coplas de campanilleros con las que se convocaba a los vecinos para el rezo del rosario. Se cantan en la celebración del Patrón, San Isidoro, a finales de agosto. En la fachada de las casas abundan cerámicas en las que se recuerdan algunas de estas músicas en las que un hombre canta solo y un coro repite el estribillo:

/«Es María la caña del trigo,

San José la espiga y el niño la flor

Y el espíritu Santo es el grano

donde está encerrada la gracia de Dios

a rezar este Santo Rosario

que de esta manera nos lo manda Dios»/

En parte es la poesía del agua de sus muchas fuentes, en parte es una extraordinaria sensación de paz que perfuma calles como Faro, Caño o Huso y más cuando acabas en el parque de La Alameda, por el que discurre un hilo de agua del río Guadalentín, que se hace caudaloso y bravo cuando en su viaje alcanza las tierras de Cazorla. Aquí en el parque está el bar de Los Viejos, que se llama así porque antes fue hogar del pensionista y sus clientes, todos con los 80 o casi cumplidos, son grandes de vida y de historias.

El camarero José Luis 'El chato', de 29 años, acaba su jornada laboral y se marcha en busca de descanso. «Ahí os los dejo, que os cuenten también a vosotros sus batallitas. A mi encantan, pero ya me las se todas y de todos», bromea mientras pedalea en su bicicleta. El que debe tenerlas para un libro es Antonio 'el Ramales', de 99 años, que se está fumando un cigarro de tabaco especial fuerte que él compra a granel y se lía con arte de maestro, por supuesto sin filtro. 'El Ramales' habla de casamientos «si surge algo en condiciones que le anime la fiesta», sin dar más explicaciones, y se considera «un refugiado en Chirivel» porque es originario de una cortijada cercana. Antonio es un showman divertido con la sonrisa de los pícaros y la voz de los que han sido 'sinvergüenzas entrañables'.

Antonio 'El Ramales', vecino de Chirivel. / A. A.

Roque lleva la reunión de hoy y provoca a los demás con los impuestos, los precios y lo cara que está la vida. Ya saben, opiniones varias y casi todas en la misma dirección. A otro de los 'tertulianos', Silverio Aranda, Roque le hace un ruego-consejo: «No te vayas a cagar hoy en el pañal que tenemos visita y lo echas todo a perder». A Silverio no le hace gracia la broma. 'El Ramales' lo mira y empieza a liarse otro cigarro.

Museo de Moros y Cristianos. / A. AGUILAR

Los patronos de Cúllar son la Virgen de los Dolores y San Joaquín, pero en el alma de los vecinos está sobre todo su 'virgencica', la Virgen de la Cabeza, que se venera en una ermita situada junto a un torreón militar árabe del siglo XI conocido como El Alabí. Ella es la protagonista de las fiestas de Moros y Cristianos que la población recuperó en los años 80 en recuerdo de las batallas entre unos y otros durante la Reconquista. Durante el último fin de semana de abril Cúllar se transforma en un inmenso escenario en el que la música, el color y la historia se aúnan en la que es ya una de las tradiciones más singulares en la comunidad andaluza.Los festejos concentran a miles de personas, los de dentro y los de fuera que esos días acuden a su pueblo en una cita en la que todo el mundo se encuentra cada año y la oportunidad lo merece. De una u otra forma todo el pueblo participa en vistosos desfiles de las escuadras moras y cristianas y de un programa popular en el que la gastronomía y la convivencia llenan de vida el pueblo. En el Museo de Moros y Cristianos, además de conocer los detalles de esta celebración se pueden apreciar vestimentas, banderas y estandantes. El secreto puede estar en que es una actividad sin injerencia municipal, es decir política, que organizan varios colectivos sociales que preside la cullarense Asun Torres.